De sexo, ¡ni hablar!
No son homosexuales, tampoco heterosexuales o metrosexuales. Se definen como asexuales, rechazan cualquier asociación con santidad o pureza, no se consideran superiores al resto de la humanidad como lo hacen los abstinentes, pero tampoco quieren que los vean como bichos raros ni como enfermos, y comienzan a organizarse y a buscar espacios en una sociedad en la que el sexo parece estar en acecho permanente.