Disminuir el peso y aumentar la actividad física reduce el riesgo de asma
Las intervenciones en el índice de masa corporal (IMC) y la actividad física pueden tener un impacto modesto en el riesgo de padecer asma de adulto.
Las intervenciones en el índice de masa corporal (IMC) y la actividad física pueden tener un impacto modesto en el riesgo de padecer asma de adulto.
La revista Nutrition publicó un estudio, realizado por expertos de la Universidad de Granada (UGR), en el que analiza cómo influye el consumo de chocolate en los niveles de grasa total (la grasa acumulada en todo su cuerpo) y central (abdominal).
Este trabajo, que desmonta la vieja creencia de que comer chocolate engorda, tomó como muestra a los adolescentes que participaron en el estudio HELENA (Healthy Lifestyle in Europe by Nutrition in Adolescence), que analiza los hábitos alimentarios de los jóvenes de nueve países europeos.
“No fumo, no bebo y no consumo drogas, pero cada día siento la necesidad de tomar azúcar”. Aunque hasta ahora este parecía el perfil de una persona sana, para Robert H. Lustig, Laura A. Schmidt y Claire D. Brindis, investigadores de la Universidad de California (EE UU), es el testimonio de un adicto.
Los tres científicos publicaron el pasado mes un artículo en la revista Nature que atacaba el consumo de azúcar y lo relacionaba con el aumento de enfermedades no transmisibles, como la obesidad o la diabetes.
Los autores afirman que los efectos de este aditivo en el cuerpo pueden ser similares a los provocados por ciertas sustancias adictivas como el alcohol y solicitan una regulación, también en los impuestos, que limite sus ventas en los colegios y la edad de compra, como se hace con el tabaco.
Las mujeres obesas tienen una probabilidad mucho más alta de sufrir cáncer de mama que las demás, y desarrollan esta enfermedad de forma prematura. Además, la posibilidad de padecer cáncer de mama es mucho más elevada cuando se trata de pacientes con obesidad mórbida.
Ésta es una de las principales conclusiones de un artículo publicado recientemente en la revista Nutrición Hospitalaria por científicos del grupo de investigación CTS 367 de la Universidad de Granada, liderados por la catedrática del departamento de Enfermería María José Aguilar Cordero.
Un estudio científico describe por primera vez la relación entre el consumo de frutos secos y un alto nivel de metabolitos de serotonina —un neurotransmisor clave en la transmisión del impulso nervioso— en pacientes con síndrome metabólico (MetS). El trabajo, publicado en la revista Journal of Proteome Research, está liderado por investigadores de la Universidad de Barcelona (UB).
Un estudio pionero, cuya primera autora es Sara Tulipani, investigadora de la UB, aplica técnicas metabolómicas para analizar los efectos de la dieta en pacientes con MetS. Esta patología, que según la Organización Mundial de la Salud afecta al 20 % de la población adulta, está relacionada con la inflamación y el estrés oxidativo y aumenta el riesgo de sufrir diabetes de tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.
Investigadores del programa Genes y Enfermedad, del Centro de Regulación Genómica (CRG), en Barcelona, han participado en un estudio científico que identifica una región del genoma con efectos opuestos con respecto al peso corporal.
En el trabajo, que se publicó en la revista Nature, han participado más de 100 centros de investigación de todo el mundo, cinco de los cuales son españoles, y ha incluido a más de 95.000 individuos con discapacidad intelectual o del desarrollo, trastornos psiquiátricos y también de la población general.
Las frutas y las verduras son componentes esenciales de una dieta saludable, y un consumo diario suficiente podría contribuir a la prevención de enfermedades importantes, como las cardiovasculares y algunos cánceres. En general, se calcula que cada año podrían salvarse 1,7 millones de vidas si se aumentara lo suficiente el consumo de frutas y verduras.
Un informe de la OMS y la FAO publicado recientemente recomienda como objetivo poblacional la ingesta de un mínimo de 400 g diarios de frutas y verduras (excluidas las patatas y otros tubérculos feculentos) para prevenir enfermedades crónicas como las cardiopatías, el cáncer, la diabetes o la obesidad, así como para prevenir y mitigar varias carencias de micronutrientes, sobre todo en los países menos desarrollados.
La Estrategia mundial OMS sobre régimen alimentario, actividad física y salud hace hincapié en el aumento del consumo de frutas y verduras como una de las recomendaciones a tener en cuenta al elaborar las políticas y directrices dietéticas nacionales tanto para la población como para los individuos.
Introducir una determinada cantidad de calcio por encima de las recomendaciones en la dieta de los ratones puede repercutir directamente en una menor ganancia de peso corporal y en la reducción de los depósitos grasos. Ésta es una de las conclusiones a las que ha llegado la investigadora soriana de la Universidad de Valladolid Marta Gómez Sánchez en su tesis doctoral basada en una investigación que también analiza las repercusiones que tiene una dieta hiperlipídica suplementada con calcio sobre las características del perfil energético y mineral.
La dieta y el ejercicio aeróbico son muy efectivos para el tratamiento de la diabetes de tipo 2, pero no funciona en personas obesas que han desarrollado la enfermedad de muy jóvenes. Un estudio del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) y el Trinity College de Dublín demuestra que los jóvenes obesos diabéticos de entre 18 y 25 años tienen proteínas y genes mitocondriales que funcionan de manera anormal y estas anomalías contribuyen a generar resistencia a la insulina y una respuesta muy reducida al ejercicio físico. La revista Diabetes Care, de la Diabetes American Association donde se recogen los estudios clínicos de mayor relevancia, publica los resultados en el número de marzo.
La diabetes de tipo 2 es la forma más común de diabetes en todo el mundo y en Europa supone casi el 90% de todos los casos de diabetes. En España, hoy afecta al 6,5% de la población de entre 30 y 65 años. En la diabetes de tipo 2 los tejidos no responden bien la insulina y el páncreas, órgano que la produce, no puede generar la cantidad anormal que pide el organismo. La función de la insulina es ayudar a los tejidos a asimilar la glucosa que hay en la sangre. Los expertos asocian la aparición de la diabetes de tipo 2 con el exceso de peso, la alimentación y la falta de ejercicio. “Hasta ahora, la mayoría de casos se daban a partir de los 50 años hacia adelante, pero cada vez hay más jóvenes que desarrollan la enfermedad” dice Antonio Zorzano, coautor del trabajo y jefe del programa de Medicina Molecular del IRB Barcelona.
Las mujeres de peso normal que toman leve a moderada cantidad de alcohol parecen tener menos peso y tienen menos riesgo de tener sobrepeso y obesidad que las no bebedoras, según un informe en la edición del 8 de marzo de Archives of Internal Medicine, una de las revistas de JAMA / Archives.
Más de la mitad de los adultos estadounidenses consumen bebidas alcohólicas, según la información de fondo en el artículo. El alcohol contiene alrededor de 7 calorías por gramo (con aproximadamente 28 gramos por onza) y el consumo de alcohol puede conducir a un aumento de peso a través de un desequilibrio de la energía consumida y la energía quemada. Sin embargo, la investigación no ha proporcionado pruebas de que el consumo de alcohol es un factor de riesgo para la obesidad.
Lu Wang, MD, Ph.D., del Brigham and Women’s Hospital, Boston, estudió a 19.220 mujeres EE.UU. de 39 años de edad o mayores que tenían un índice de masa corporal (IMC) en el rango clasificadas como normales (18,5 a 25). En un cuestionario inicial, los participantes informaron cuántas bebidas alcohólicas suelen beber por día. Un total de 7.346 (38,2 por ciento) dijeron haber bebido nada de alcohol, 6.312 (32,8 por ciento) consumían menos de 5 gramos, 3.865 (20,1 por ciento) bebían 5 a menos de 15 gramos, 1.129 (5,9 por ciento) bebió de 15 a menos de 30 gramos; y 568 (3 por ciento) bebían 30 gramos por día o más.