Todo suma. Las cremas, los tratamientos, la alimentación, el gimnasio. Son cada vez más los aliados que ayudan a las mujeres a desafiar las huellas que el tiempo imprime en sus rostros, pechos, caderas y otros rincones que insisten en contar la edad que el espejo se empecina en desmentir. Pero los años pasan, irremediablemente. Y los éxitos que la medicina y la cosmética lograron en el plano estético no siempre se repiten a nivel orgánico, donde el reloj biológico sigue su marcha con relativa crueldad. Bien lo saben las que se acercan a las 40 velitas, sin pareja y con muchas ganas de ser mamás. Tantas, que cada vez son más las que arremeten contra todos los miedos y se atreven a transitar la maternidad a solas, con todas las dificultades y conflictos que eso supone.