“El Accidente Cerebro Vascular (ACV) no es una consecuencia inevitable del envejecimiento. Mediante la identificación y la modificación de los factores de riesgo se puede reducir su incidencia y la tasa de mortalidad asociada”, afirma Freek Verheugt, investigador del hospital Onze Lieve Vrouwe Gasthuis de Ámsterdam (Países Bajos).
Las predicciones internacionales indican que la incidencia del ACV mortal (junto con la cardiopatía y el cáncer) seguirá aumentando y pasará de unos 6 millones por año en 2010 a casi 8 millones por año en 2030.
El ACV –también conocido como ictus– ocurre cuando un vaso sanguíneo que lleva oxígeno al cerebro se ve bloqueado por un coágulo (ACV isquémico) o revienta (ACV hemorrágico). Sin oxígeno ni nutrientes, las células del cerebro comienzan a morir. El alcance y la ubicación de este daño son los que determinan su gravedad.
El estudio Interstroke, que se presentó en 2010 tras un análisis de los datos de 22 países sobre el ACV, muestra que diez factores de riesgo están relacionados con el 90% del riesgo de sufrir un ACV. El principal efecto de cada uno de los factores de riesgo que se atribuyó fue, en el 35% de los casos, la hipertensión; en el 26,5%, el índice cintura-cadera; y en el 19%, el tabaquismo.
Esta enfermedad, junto con las cardiopatías, el cáncer, la diabetes y las enfermedades respiratorias crónicas, son patologías no transmisibles cuyo riesgo de padecerlas aumenta con el tabaquismo, una dieta inadecuada, el sedentarismo y un consumo excesivo de alcohol. Los pilares del tratamiento son los cuidados hospitalarios, la medicación, la cirugía vascular y la rehabilitación.
Según la Organización Mundial del Ictus (OMI), para reducir el riesgo de sufrir un ACV se deben seguir seis pasos: conocer los factores de riesgo –presión arterial alta, diabetes y colesterol alto–; hacer ejercicio con regularidad; mantener una dieta saludable y evitar la obesidad; limitar el consumo de alcohol; no fumar y reconocer las señales de alerta de un ACV.
La OMI destaca también la importancia de las señales de alerta: entumecimiento repentino, problemas repentinos de habla o visión, pérdida del equilibrio o vértigo repentino y dolor de cabeza intenso sin causa aparente. Cualquiera de estas señales es motivo de alarma porque, tal y como explica Verheugt, en el ACV cualquier minuto cuenta y puede ser vital para sobrevivir.
Fuente: SINC
Imagen: Copyright (c) 123RF Stock Photos