El médico alemán Ernest Grafenberg describió en la década del 50 una región en la vagina de mayor sensibilidad. Este punto, llamado punto G, se encuentra en la cara anterior de la vagina aproximadamente a 2,5 cm de la entrada vaginal, y se caracteriza por una mayor rugosidad.
Este punto se manifiesta como una prolongación de la zona bulbosa del clítoris. Se dice que la estimulación del punto G (a través de la pared frontal de la vagina) propicia un orgasmo más vigoroso y satisfactorio. Tal estimulación requiere un empuje en cierto modo opuesto al que se necesita para lograr la máxima excitación clitorial con el pene. Es por ello, que el punto G, no siempre es estimulado con la penetración, requiriéndose posiciones sexuales, que dependen de la curvatura peneana, que incrementen la estimulación de dicha zona.
En vista de esta situación, el ginecólogo estadounidense David Matlock ideó dar más volumen al punto G, mediante la inyección de ácido hialurónico, llamando a este procedimiento “G-Shot“. Si el punto G se agranda, se vuelve de alguna manera más accesible, y como consecuencia más receptivo al placer, para que pueda ser estimulado con la penetración independientemente de la curvatura peneana, o de la posición sexual. En un estudio piloto, el 87 % de las mujeres participantes reportaron mayor gratificación sexual. El efecto puede durar hasta 4 meses, siendo esto variable.
El G-Shot es un procedimiento que intenta incrementar temporariamente el placer sexual en mujeres sexualmente activas, con función sexual normal. El ácido Hialurónico se inyecta a través de la mucosa directamente al punto G. La inyección se realiza con anestesia local. La intervención dura unos 15 minutos tras lo cual, es posible que aparezcan pequeñas molestias al orinar que desaparecen a las pocas horas. Se aconseja evitar las relaciones sexuales durante los dos días siguientes a la intervención.
Controversia
Un trabajo publicado por el American College of Obstetricians and Gynecologists en 2007 advierte que no existe una razón médica válida para desarrollar el procedimiento, el cual no es considerado un procedimiento de rutina o aceptado por el College; y no ha probado ser seguro o efectivo. Los potenciales riesgos incluyen disfunción sexual, infección, sensibilidad alterada, dispauremia (dolor con las relaciones sexuales), adhesiones y cicatrización anormal.
Este procedimiento tampoco ha sido aprobado por la FDA (Food and Drug Administration) o la AMA (American Medical Association), y no hay trabajos científicos que hayan probado la efectividad o seguridad de este tratamiento.
Referencias:
1)ACOG Committee Opinion No. 378: Vaginal «rejuvenation» and cosmetic vaginal procedures». Obstet Gynecol 110 (3): 737–8. September 2007. doi:10.1097/01.AOG.0000263927.82639.9b. PMID 17766626.
2)Braun V (2005). «In Search of (Better) Sexual Pleasure: Female Genital ‘Cosmetic’ Surgery». Sexualities 8 (4): 407–24. doi:10.1177/1363460705056625. http://sexualities.sagepub.com/cgi/content/abstract/8/4/407.
3)Cartwright R, Cardozoa L (October 2008). «Cosmetic vulvovaginal surgery». Obstetrics, Gynaecology & Reproductive Medicine 18 (10): 285–6. doi:10.1016/j.ogrm.2008.07.008. http://www.sciencedirect.com/science?_ob=ArticleURL&_udi=B8CY0-4TDBMKS-1&_user=10&_rdoc=1&_fmt=&_orig=search&_sort=d&_docanchor=&view=c&_searchStrId=1169079356&_rerunOrigin=scholar.google&_acct=C000050221&_version=1&_urlVersion=0&_userid=10&md5=a2c1650439ebd51fd4dd97fbb6dc170c.
4)Loncarek K (February 2009). «Asymptotic medicine». Croat. Med. J. 50 (1): 83–6. PMID 19260150.