La dieta y el ejercicio aeróbico son muy efectivos para el tratamiento de la diabetes de tipo 2, pero no funciona en personas obesas que han desarrollado la enfermedad de muy jóvenes. Un estudio del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) y el Trinity College de Dublín demuestra que los jóvenes obesos diabéticos de entre 18 y 25 años tienen proteínas y genes mitocondriales que funcionan de manera anormal y estas anomalías contribuyen a generar resistencia a la insulina y una respuesta muy reducida al ejercicio físico. La revista Diabetes Care, de la Diabetes American Association donde se recogen los estudios clínicos de mayor relevancia, publica los resultados en el número de marzo.
La diabetes de tipo 2 es la forma más común de diabetes en todo el mundo y en Europa supone casi el 90% de todos los casos de diabetes. En España, hoy afecta al 6,5% de la población de entre 30 y 65 años. En la diabetes de tipo 2 los tejidos no responden bien la insulina y el páncreas, órgano que la produce, no puede generar la cantidad anormal que pide el organismo. La función de la insulina es ayudar a los tejidos a asimilar la glucosa que hay en la sangre. Los expertos asocian la aparición de la diabetes de tipo 2 con el exceso de peso, la alimentación y la falta de ejercicio. “Hasta ahora, la mayoría de casos se daban a partir de los 50 años hacia adelante, pero cada vez hay más jóvenes que desarrollan la enfermedad” dice Antonio Zorzano, coautor del trabajo y jefe del programa de Medicina Molecular del IRB Barcelona.
Los resultados del estudio clínico son relevantes por dos razones principales, explica Zorzano. “Empezamos a ver que hay formas especiales de diabetes de tipo 2 que tienen un comportamiento diferente de la forma clásica, y estas diferencias piden terapias específicas para cada tipología de enfermo.” En otro estudio publicado en 2009 en Diabetologia, el grupo de Zorzano demostró que los diabéticos que son obesos mórbidos –con un índice de masa corporal superior a 40- padecen también alteraciones mitocondriales específicas, diferenciadas de los pacientes clásicos.
Anomalías en las mitocondrias
Durante tres meses, cuatro veces por semana, un grupo de jóvenes obesos con diabetes y otro de jóvenes igual de obesos pero sin diabetes siguieron un plan de ejercicios. Las biopsias de tejido muscular de uno y otro grupo mostraron diferencias importantes en una serie de proteínas de actividad mitocondrial bajo análisis. “Una persona sedentaria después de estas sesiones tiene un incremento en las proteínas mitocondriales porque el ejercicio hace aumentar la biogénesis mitocondrial, es decir, se generan más mitocondrias”. Está demostrado que tanto la dieta como el ejercicio continuado promueven una mayor actividad de las mitocondrias, que repercute positivamente en la sensibilidad a la insulina. En cambio, en los diabéticos jóvenes con obesidad algunas proteínas clave no aumentan, como el factor de regulación de genes mitocondriales, PGC-1α, o la proteína Mitofusina-2 (Mfn2).
“Estos resultados nos obligan a separar a los pacientes de diabetes de tipo 2, identificar las diferencias para los distintos fenotipos y pensar en tratamientos específicos”, sentencia Zorzano. El grupo de investigadores del Trinity College y el IRB Barcelona tiene programado un próximo estudio clínico para detectar más factores mitocondriales afectados en estos pacientes. Entre los objetivos últimos del equipo está poder manipular, un día, alguna de las piezas deterioradas para que los jóvenes diabéticos de tipo 2 con obesidad también puedan responder a los beneficios de la actividad física.