Tomar sol, el fin de una moda.

La moda nos lleva a exponernos al sol y broncearnos. Sin embargo el bronceado no es más que el resultado de la injuria solar a nuestra piel. El Sol es el principal factor de riesgo para desarrollar un cáncer de piel, a través del efecto de los llamados rayos ultravioletas (UV) , que producen mutaciones en el ADN de las células y tienen efectos son acumulativos, es decir, que se va sumando con los años.

 

La radiación solar consta de varios tipos de rayos ultravioletas, los más importantes son:
Ultravioleta B (UVB) (290 a 320 nm) se asocia a las quemaduras de sol y la inducción de bronceado por la producción de melanina. Representan el 10% de la radiación ultravioleta. Son los responsables del bronceado indirecto, la pigmentación que aparece al cabo de un par de días. Hay datos importantes para apoyar su papel etiológico en melanoma. Hay también algunas pruebas que implican a la radiación Ultravioleta A (UVA) (320 a 400 nm), aunque los rayos UVA está más asociado con el daño solar crónico. Representan el 90% de los rayos del sol. Son los responsables del bronceado directo e inmediato. Tienen una capacidad de penetración muy elevada, llegando hasta la dermis. Atraviesan los vidrios de las ventanas y las nubes.
Ultravioleta C (UVC): Son los de longitud de onda más corta y también los más peligrosos. No llegan a traspasar la capa de ozono estratosférica porque son absorbidos por la atmósfera y retenidos por ella, siempre que no sea demasiado débil.

Todos debemos cuidarnos de los peligros de la radiación solarLa exposición a los rayos ultravioletas (UV) del Sol, es factor ambiental más importante en la aparición del cáncer de piel. Las medidas para protegerse del Sol pueden prevenir el cáncer de piel si se utilizan de forma constante. Los rayos ultravioletas procedentes de fuentes artificiales de luz, tales como las camas solares, son tanto o más peligrosos como los rayos del Sol y también deben evitarse. Recientemente su uso ha sido proscripto por las autoridades sanitarias.

El cáncer de piel es el cáncer más frecuente del ser humano. Aunque tienen una mortalidad baja, son más comúnes que todos los otros tipos de cáncer y tienen una mayor incidencia que el cáncer de pulmón, cáncer de mama, cáncer de próstata y cáncer de colon combinados. La creciente incidencia del cáncer de piel se debe probablemente a una combinación de mayor exposición al sol, más frecuentes actividades al aire libre, cambios en el estilo de la ropa, el aumento de la longevidad, y el agotamiento de la capa de ozono.

Hay tres tipos más frecuentes de cáncer de piel: El carcinoma basocelular, el carcinoma epidermoide, y en último lugar, pero cada vez más frecuente, el melanoma maligno, un tipo de cáncer de piel de gran agresividad, y el responsable de la mayoría de las muertes por cáncer de piel. El melanoma es una enfermedad neoplásica producida por la transformación maligna de los melanocitos normales. Los melanocitos son las células responsables de la producción del pigmento melanina.

La exposición a rayos ultravioleta y las quemaduras solares, en particular, parecen ser el factor etiológico en la mayoría de los cánceres de piel. Así, la protección contra la luz ultravioleta, especialmente en personas de piel clara, se cree que tiene un beneficio sustancial en la prevención del cáncer. Es seguro decir que la mejor protección contra el sol es permanecer dentro de alguna edificación, la segunda mejor es la ropa, y el tercero es el protector solar.

Todos debemos cuidarnos de los peligros de la radiación solar, lógicamente habrá personas más susceptibles, ellas son: aquellas  que tengan color de piel más claro, antecedentes familiares de cáncer de piel, historial personal de cáncer de piel, historia personal de quemaduras solares en edades tempranas (menor de 18 años), personas con piel sensible, pecas en el rostro o que se enrojece con facilidad, personas con cabellos claros o rojizo, entre las más importantes.

Es de suma importancia que evitemos o reduzcamos la exposición al sol en el trabajo o en actividades al aire libre, utilizando sombreros o viseras que protejan el rostro y el cuello, usando ropa que no permita la radiación solar (es decir que no se pueda ver a través del tejido, y fundamentalmente evitar la exposición durante las horas de más alta radiación solar, es decir, entre las 11 y 16 horas.
Los sombreros son particularmente útiles para proteger la cara y el cuero cabelludo, que a menudo están muy expuestos a la luz solar y no tan fácilmente cubierto plenamente con el uso de protector solar. De lo contrario, la crema protectora solar puede proporcionar protección a las áreas expuestas al sol cuando esté afuera.

Es de suma importancia que evitemos o reduzcamos la exposición al sol en el trabajo o en actividades al aire libreHay cierta controversia con el uso del protector solar. Hay algunas limitaciones inherentes en el uso de protector solar. Una es, que ciertas partes del cuerpo, no son fáciles de cubrir con el protector solar, tales como el cuero cabelludo. Es importante saber que los protectores solares deben reponerse cada 2 ó 3 horas o más frecuentemente, en caso de sudoración profusa o tras tomar un baño. La mayoría de la personas olvidan de volver a aplicar los protectores solares con bastante frecuencia, y pueden tener quemaduras. También hay cuestiones sociológicas, que pueden ser diferentes para distintas poblaciones y son discutibles, ya que muchas personas los utilizan para poder estar más tiempo al sol. Sin embargo, La razón de ser de las pantallas solares, es evitar el daño solar de la piel. Estos productos no deben usarse para estar más tiempo al sol, sino para prevenir lesiones. Es conveniente que el tipo de pantalla solar sea recomendado por un dermatólogo, que puede variar para cada tipo de piel, las pantallas deben ofrecer protección tanto contra la radiación UVA como la UVB. No todas las pantallas comunes no protegen frente a ambos tipos de radiación.

Finalmente es importante que consultemos con el dermatólogo sobre cualquier cambio que observemos en la piel sobre todo, las lesiones tras la exposición solar o al finalizar el verano.

Fuente: Devita, Hellman & Rosenberg’s Cancer: Principles & Practice of Oncology, 8th Edition. 2008 Lippincott Williams & Wilkins

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