Empieza desde bien pequeño. Allí cuando apenas se desplaza y aún ni habla, toma en la mano algo que puede romperse, y tan pronto haces el primer gesto para rescatarlo o dices «eso no se toca» … crash!!!, se hizo añicos contra el suelo.
A partir de allí empieza a reafirmarse. Cada NO que dices, parecer producir en el niño el efecto contrario, afirma más una conducta de negatividad a la norma.
Así llega al jardín, a la primaria… y puede llegar a la adolescencia, en donde ya el oposicionismo puede tomar carices hasta dramáticos : fracaso escolar, conductas de riesgo, relaciones peligrosas, embarazos adolescentes, huidas del hogar.
Las madres y los padres vamos haciendo los NO cada vez más grandes, y ellos y ellos generando cada vez más anticuerpos a la norma…
¿Qué hacer?
Camila tiene estas conductas de oposición. Tiene cinco años. Está en un local de juegos, pasa caminando y tapando la acción con su cuerpo, empuja con su mano a un niño de un año que apenas caminaba. El niño cae y se pone a llorar.
Las opciones son dos :
«retarla», decirle «eso sabés que no se hace», privarla del juego, etc. Mostrarle la norma, imponerle el límite al que ella siempre se confronta, a riesgo cierto de reafirmar la conducta negativa y que el próximo niño caiga desde lo alto del trapecio….
O enfrentarla a las consecuencias de su acto, así, casi como un comentario al pasar : «Mmmmm… lo podrías haber matado».
Siempre se habla de «los límites» que los niños necesitan. Lo que nunca queda muy claro es qué es un límite.
Un límite en principio es una ley, una norma que es utilizada en la sociedad para regular sus relaciones y sus modos de imponerse en el contrato social. Y que los niños deben aprender de modo más o menos cruel, la mayoría de las veces.
Hay normas que podríamos decir de «primer grado», las que tienen que ver con la preservación de la vida : «no matarás» y su contrapartida del si mismo : «no pondrás los dedos en el enchufe»… «no te subirás a una silla frente a la ventana».
Hay otras normas que tienen que ver con el grado de socialización que el sujeto va alcanzando : serás solidario, cordial, compartirás tus juguetes, ayudarás en casa, etc..
Y una tercera división, que tiene que ver con la imagen de si que va formando el niño y la niña : serás limpio/a, cuidarás tu ropa, estudiarás, no dirás malas palabras, etc.
De este modo tenemos al menos tres «límites» diferentes en la crianza :
El que si no se impone se lleva la vida.
El que es bueno alcanzar para tener una mejor relación con los otros.
Y el que alimenta la imagen de si mismo que el niño y la niña van forjando…
La propuesta es pensar si como padres y madres podemos hacer esta diferenciación de los tres «límites», de su importancia de cumplirlos, de su «imposición» al niño, y a nosotro/as mismos.
Si nos parece todo lo mismo : querer poner los dedos en el enchufe, negarse a saludar a la vecina, o no querer bañarse.
Si los ayudamos a construir el auto-límite diferenciando estas tres categorías.
Si les permitimos aprender a decidir …
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María Adela Mondelli
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mondelli@vivirmejoronline.com.ar
hola muy bien en lo que hisite.? 🙄 😐 8) 🙂