EN UN AÑO SUBIERON UN 50% LAS VENTAS DE JUGUETES SEXUALES

Al igual que las farmacias de turno, algunos sex shops ya funcionan durante las 24 horas. Tienen servicios de atención telefónica y delivery, también disponible todo el día. Si el pedido es del área metropolitana, la entrega sale en pocos minutos y el pago es contrarreembolso. Más que un servicio especial para sus clientes se trata de la forma que estos comercios encontraron para posicionarse y competir en un mercado que crece sin parar en la Argentina: en el último año las ventas del sector aumentaron un 50 por ciento, según fuentes de la industria.

Se multiplicaron, además, los locales y las tiendas que funcionan exclusivamente por Internet que se dedican a la venta de juguetes sexuales. Hay, por otro lado, cada vez más vibradores, consoladores y prótesis made in Argentina. Así es: está floreciendo una industria local que se dedica a abastecer a los sex shops.

Proviplast, por ejemplo, es un tradicional fabricante de juguetes para chicos. La empresa, ubicada en Villa Soldati, encontró un nicho en el mercado de los chiches para adultos y en su catálogo ya tiene más de 100 modelos. «Nuestra producción viene creciendo más del 30% año a año. Más que la devaluación, lo que nos ayudó fue el cambio en la mentalidad de la gente», dijeron.

Hace cuatro años la firma Sex Shop Argentino abrió su primer local en Buenos Aires. Hoy tiene siete. El fuerte de sus ventas, sin embargo, se da por teléfono: «La gente lo prefiere así porque es más privado», dijo su encargado de ventas, Darío Martínez..

Sex Shop Baires no tiene locales sino una página en Internet con un catálogo y un número telefónico al que se hacen los pedidos. «Todas nuestras ventas salen en cajas sin nada que informe cuál es el contenido», explicó una de sus dueñas. Sus ventas se duplicaron en el último año.

Sex Shop Sur también se dedica a la venta telefónica y por Internet. «Hace tres años, cuando empecé con la venta de juguetitos, era el único que se dedicaba a esto en Quilmes. Hoy hay otros cuatro que se dedican a lo mismo», confió Santiago Kiernan.

Kiernan comercializa una de las últimas novedades que ingresó al mercado argentino, el «Clon a Willy». Se trata de un kit de moldeado con el que se puede hacer una copia exacta del pene en estado de erección. Trae, además, un motorcito que lo hace vibrar. Su valor: 169,90 pesos.

Sin embargo, no figura entre los más vendidos en el país. El ranking lo encabezan los vibradores con forma de pene -algunos vienen en materiales sintéticos que simulan la piel humana a la perfección y hasta son «pellizcables«-, que por lo general se consiguen a partir de los $85. «En 7 de cada 10 ventas se llevan un vibrador», dijo un vendedor.

Otro producto que se vende bastante es el «Torito». Se trata de un anillo que se coloca el varón en su pene y que trae una pequeña bala vibradora que, mientras mantiene relaciones sexuales, estimula el clítoris de su pareja (a partir de 75 pesos).

En los sex shops aseguran que otro producto que se vende bastante es un vibrador a control remoto con diferentes velocidades y que gira -tanto el tronco como el glande- en diferentes sentidos (199 pesos).

Detrás de la veta de los juguetes también están los fabricantes de preservativos. Camaleón, por ejemplo, lanzó hace dos años un profiláctico que viene con un pequeño dispositivo vibrador descartable y a pilas. Y en marzo empezarán a vender a un costo de alrededor de 25 pesos unas bombachas descartables de encaje con un vibrador incorporado.

Para el doctor Francisco Argañaraz, del servicio de Sexología del Hospital de Clínicas, los preservativos con vibrador «son un producto muy bueno y económico». Al igual que otros especialistas, Argañaraz recomienda en su práctica médica algunos juguetes sexuales: «Tienen resultados muy buenos en los casos de hombres con problemas de erección o de inhibición y en las mujeres con anorgasmia».

Las autoridades porteñas desconocen qué cantidad de sex shops hay en la Ciudad. Es que no son habilitados como tales, sino bajo otra fachada, como de venta de videos o de lencería. Tampoco hay datos sobre el total del país.

Gustavo Vidal, directivo de Extasy Collection, uno de los sex shops más tradicionales de la Argentina, tiene una estimación: «En todo el país actualmente hay unos 150 sex shops, el doble que hace 5 años. Aunque haya aumentado la cantidad de locales, también creció la cantidad de clientes, con lo que hay negocio para todos». Desde Extasy, Vidal es uno de los impulsores de la Cámara Argentina del Erotismo y la Sexualidad.

Clarín estuvo el jueves en un local de Sex Shop Argentino. Todo el tiempo entraron clientes, principalmente chicas jóvenes. Laura, de 25 años, compró un vibrador color violeta: «Es para jugar con mi novio». La inquietaba cómo aparecería en el resumen de su tarjeta de crédito, una extensión de la de su padre. «No te preocupes, aparece otro nombre», la tranquilizó el vendedor.
-Buenísimo. ¿Puede ser en tres cuotas?

Lejos de la revolución. Oscar Finkelstein
El sexo abunda. Las tapas de revistas las muestran a ellas ofreciendo voluptuosidades a los cuatro vientos. En la tele -y ahora también fuera de ella- hace furor el inequívoco baile del caño. Bien entrada la madrugada, algunas discos tienen espontáneo y explícito sexo en vivo. Presuntos swingers juegan al intercambio de parejas en locales recónditos. Los sex shops, antes destinos vergonzantes, hoy exponen sus sofisticadas creaciones sin pudores. Difícil que de esto se trate aquella mentada revolución sexual. Como en otros ámbitos, es lo que hay.
Hay una mayor apertura mental. Adrián Sapetti.

Entre los motivos del incremento del consumo de juguetes sexuales gravita el hecho de que ya no se vive con vergüenza ir a un sex shop, porque la visión social sobre este tema ha virado hacia una actitud de mayor apertura mental. En décadas pasadas, el hombre que admitía usar un consolador era considerado un castrado. Hoy, las mujeres lo usan para dar placer al varón durante el acto sexual. Otro factor importante radica en que las mujeres ahora prefieren tomar la iniciativa, y entran a los sex shops sin problemas, porque les interesa tener un rol activo en su sexualidad. También existen parejas que con el correr del tiempo pierden la pasión y buscan nuevos modos de que el deseo resurja. De hecho, los vibradores son recomendables terapéuticamente para los problemas de vaginismo y anorgasmia. El único límite que debe haber en el uso de estos accesorios es no lesionar ni forzar al otro a hacer lo que no quiere.
Fuente: 12.02.08. Diario Clarin. Carlos Galván. www.medicalsex.com.ar / Dr. Francisco Argañaraz. Buenos Aires. Argentina.

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