El consumo de patatas, sobre todo si se toman frías o en ensalada, podría tener un efecto beneficioso sobre el sistema inmune, según los resultados de un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona que aparecen en la revista Chemistry & Industry. El trabajo, publicado en la revista Journal of the Science of Food and Agricultura, ha sido dirigido por José Francisco Pérez, del Departamento de Ciencia Animal y de los Alimentos en Bellaterra (Barcelona).
Los investigadores Daniel Martínez-Puig, Marisol Castillo, Miquel Nofrarias y Eva Creus bajo la dirección de Pérez, descubrieron que los cerdos en crecimiento alimentados con grandes cantidades de fécula de patata cruda tenían un sistema intestinal más sano. Esto no fue una sorpresa pero sí lo fue que estos animales también tenían en su sangre menos glóbulos blancos como leucocitos y linfocitos. Los glóbulos blancos se producen como resultado de la inflamación o enfermedad, normalmente cuando el organismo tiene que enfrentarse a algún peligro potencial.
Esta menor presencia de leucocitos observada por los investigadores españoles sugiere un efecto beneficioso global, un organismo más sano, según Lena Ohman del Departamento de Medicina Internacional de la Universidad de Goteborg (Suecia).
Los españoles observaron, una reducción en los niveles de leucocitos de alrededor de un 15 por ciento en los animales alimentados con fécula de patata. Según Ohman, esta disminución tanto en la densidad como en la apoptosis de los linfocitos es sorprendente.
Los cerdos fueron alimentados con fécula de patata cruda durante más de 14 semanas en el que es el estudio más largo de este tipo realizado hasta la fecha sobre el efecto en la salud intestinal de la fécula.
Según explicó José Francisco Pérez, «el uso de la fécula de patata cruda en este experimento está diseñado para simular los efectos de una dieta alta en fécula resistente».
Los humanos no toman patatas crudas, pero sí consumen una gran cantidad de platos que contienen fécula resistente, como las patatas hervidas frías, las legumbres, los cereales, las bananas verdes o la pasta. Alrededor del 10 por ciento de la fécula consumida por los humanos es fécula resistente, fécula que no es digerida por el intestino delgado y que pasa al intestino grueso donde fermenta.
Se cree que el consumo de fécula reduce el riesgo de cáncer en el intestino grueso y que también podría tener efecto sobre el síndrome de intestino irritable (SII). Los investigadores del equipo de Ohman descubrieron con anterioridad que el nivel global de linfocitos no varía en los pacientes de ISS, pero que los linfocitos se transfieren de la sangre periférica a los intestinos, lo que apoya la hipótesis de que el ISS sea en parte un trastorno inflamatorio. Según Ohman, el descenso en los linfocitos observado por los investigadores españoles resulta por tanto interesante e indica que estos resultados prueban la idoneidad de probar una dieta rica en fécula resistente en pacientes con ISS.
Fuente:www.azprensa.com