La inyección de la toxina botulínica A, o Botox, en la glándula prostática de hombres con próstata agrandada alivió los síntomas y mejoró la calidad de vida hasta un año después del procedimiento, según un estudio de la Universidad Chang Gung en Taiwan y la Universidad de Pittsburg. Las conclusiones de la investigación se han hecho públicas durante la reunión anual de la Asociación Urológica Americana que se celebra estos días en Anaheim (Estados Unidos).
Los participantes del estudio, 37 hombres previamente diagnosticados con hiperplasia prostática benigna (HPB) y que no respondían al tratamiento médico estándar, recibieron inyecciones de la toxina botulínica A directamente en la glándula prostática. Un año después de la inyección, 27 de estos pacientes (el 73 por ciento), experimentaba un 30 por ciento de mejoría en los síntomas del tracto urinario y en su calidad de vida. Los pacientes no experimentaron ningún efecto secundario, incluyendo incontinencia urinaria o disfunción eréctil.
Según Yao-Chi Chiang, de la Universidad Ghan Gung de Taiwan y autor principal del estudio, la toxina botulínica A reduce el tamaño de la glándula prostática mediante apoptosis en el que las células de la próstata mueren de una forma autoprogramada. Esta reducción en el tamaño de la glándula mejora el flujo de la orina y disminuye la orina residual que queda en la vejiga.
Esta afección es una de las más comunes entre los hombres a medida que envejecen y más de la mitad de la población masculina de más de 60 años y un 80 por ciento de quienes superan los 80 años, la padecerán. Entre el 40 y el 50 por ciento de los pacientes desarrollará síntomas que incluyen un aumento en la frecuencia urinaria, infecciones del tracto urinario, incapacidad para vaciar por completo la vejiga y en los casos más graves daños en la vejiga y los riñones.
Fuente:www.azprensa.com