Los repollos, la cigüeña y París eran tres íconos de la sexualidad lejana, voladora o escondida.
Hoy, en cambio, el sexo no se esconde. A veces no está mal: las embarazadas muestran el ombligo (y las ecografías 3 D muestran clarito que el bebé está ahí adentro del cuerpo de la mujer-mamá) y, a veces, está exacerbado: en los programas de televisión que invitan a chicos la pregunta muletilla es “¿Tenés novia, novio, novias?”, con seña de “¡je!” del conductor vivo. A veces, incluso, el sexo forma parte del marketing infantil, como en Bañeros 3. Todopoderosos, que fue el batacazo de las vacaciones de invierno, con 155.000 espectadores –solamente- en el último fin de semana. En la pelea del cine de vacaciones de invierno, Pamela David y Luciana Salazar le ganaron a Superman (donde Luisa Lane sólo muestra las uñas de los pies), Cars, Vecinos Invasores y ni hablar de Patoruzito. No hace falta decir (porque por algo los “papis” eligieron la peli que eligieron) que Luciana y Pamela tienen programa erótico propio en Playboy y que hacen de chicas en (y sin) bikini en Bañeros…. El sexo es todopoderoso: está en todos lados, y para todos, aunque se muestra pero no se explica.
¿Hasta ahora?
Después de años de espera (en el 2002 la ley de salud reproductiva ordenó la inclusión de educación sexual en las escuelas), en los próximos meses la Legislatura porteña podría aprobar un proyecto para llevar la educación sexual a las escuelas el año próximo. La norma se está discutiendo en la Comisión de Educación con la consigna de que salga por “consenso” entre los diferentes bloques, legisladores y el Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Pero, justamente, uno de los puntos más resistidos por los sectores conservadores (con Santiago de Estrada y Jorge Enríquez a la cabeza) es que la inclusión de contenidos sobre sexualidad empiece en el nivel inicial. O sea: en el jardín de infantes.
“Se corre peligro de que este punto se pierda en el consenso y es necesario que la escuela tenga una respuesta adecuada para ayudar a los niños y niñas a crecer más sanos, autónomos e integrados posibles”, advierte Ana María Suppa, la legisladora que inició el debate en la Legislatura y que propone que la educación sexual comience en el jardín. En cambio, en la iniciativa de Estrada los chicos y chicas recibirían información recién a partir de la pubertad (la secundaria). El Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ya respaldó el inicio de la educación sexual en el nivel inicial. “Estamos discutiendo mucho y tratando de generar consenso. Pero nuestra postura es que se dé educación sexual desde el inicio de la escolaridad de los chicos –asegura Mara Brawer, subsecretaria de Educación porteña–. La idea es hablar con los chicos de 2 y 3 años el respeto a su propio cuerpo, no de relaciones sexuales. El desarrollo de la sexualidad se da desde que nace la persona y es una obligación del Estado la formación integral de los niños, niñas y jóvenes. Por eso, creo que el proyecto que se apruebe va a tener esta concepción.”
Mi cuerpo es mío, mío, mío
¿Por qué es tan importante la educación sexual en los primeros años? “Al llegar al jardín de infantes, los chicos ya tienen mucha información sobre educación sexual incorporada a través de sus agentes socializadores: la familia, los juguetes, los cuentos, los medios de comunicación. Han ganado autonomía con la incorporación de la locomoción y el lenguaje hablado, saben expresar sus intereses y sentimientos de manera entendible, controlan esfínteres… todos estos aprendizajes forman parte de su educación sexual. La función del Estado es colaborar con las familias en este proceso”, subraya María Inés Re, licenciada en Trabajo Social, magister en Ciencias Sociales y Salud y autora del libro Educación sexual en la niñez (un desafío posible), publicado por Ediba Libros. “La educación sexual adecuada potencia la construcción de la autoestima y el conocimiento y amor por el propio cuerpo, el respeto por el cuerpo de los demás, la expresión de los sentimientos, y la incorporación de pautas de género que promuevan la equidad de derechos entre mujeres y varones. Estos aspectos, sin dudas, no solo tendrán un impacto positivo durante la infancia, sino que constituirán una buena base para transitar saludablemente la sexualidad adolescente y adulta”, acentúa Re. El ginecólogo y subdirector del IFER, Ramiro Quintana, respalda: “Cuanto menor edad tiene el niño uno puede enseñarle conceptualmente más cosas sobre sí mismo. Lógicamente hay que tener en cuenta la edad; sin embargo empezar cuanto antes con la educación sexual ayuda a formar el chico de una manera mejor y más completa”.
Todo lo que los chicos no saben sobre sexo ¡y si se animan a preguntar!
¿Por qué los nenes hacen pis parados? ¿Por qué las nenas no tienen pito? ¿Por qué la vagina está aplastada? ¿Por qué la abuela me reta si me toco ahí? ¿Por qué Julieta no me puede mostrar qué tiene debajo de la bombacha? ¿Cómo hizo el bebé para entrar en la panza? ¿Por qué papá no tiene bebé? … son sólo algunos de los clásicos porqués sexuales de la edad de los porqués.
“Los chicos en el jardín de infantes tienen gran curiosidad por conocer su cuerpo y el de las demás personas. La educación sexual debe procurar respuestas sinceras y claras a estos interrogantes”, recomienda Re. ¿Esas palabras deben quedar sólo en boca de su familia? No. Porque el Estado no puede correr el riesgo del vacío. La ginecóloga Andrea Gómez, del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (Celsam) afirma que “los padres temen hablar con sus hijos porque, por lo general, en sus casas tampoco se habló de estos temas”. Pero sobre las palabras también recae otro prejuicio. ¿Son un abracadabra a las relaciones sexuales prematuras? La ginecóloga desmitifica: “Aún hoy perdura la idea de que dar educación sexual empuja al inicio sexual temprano. Nada más lejos de esto ya que mundialmente se ha demostrado que la educación temprana, la contención y el diálogo familiar retardan el inicio sexual”.
La ausencia también es una lección, pero en blanco. Liliana Pauluzzi, psicóloga, directora de la Casa de la Mujer en Rosario y autora del libro Educación sexual y prevención de la violencia, subraya: “La educación sexual imperante está basada en creencias que impiden el desarrollo del pensamiento crítico conducente a logros de actitudes positivas hacia la sexualidad: genera ansiedad, temor y sentimientos de culpa. Y fomentan el desarrollo de roles de género injustos. Por lo que urge cambiar esta educación sexual de la represión y el silencio, que demoniza el placer y confunde la sexualidad con la genitalidad”.
Palabras: la única vacuna contra los abusos
Aún hoy perdura la idea de que dar educación sexual empuja al inicio sexual temprano. Nada más lejos de esto: mundialmente se ha demostrado que la educación temprana, la contención y el diálogo familiar retardan el inicio sexual. Andrea Gómez
Pero además la educación sexual tiene una misión fundamental en el jardín de infantes: prevenir abusos sexuales. A modo de ejemplo de una noticia que se repite, la semana pasada la fiscal María Antonia de la Rúa imputó como “partícipe necesario” a Sandra Borillo, la propietaria de un jardín de infantes del barrio Balcarce, de Córdoba, en donde habrían sido abusados 17 chicos –de 3 y 4 años– por Claudio Piccone –ex pareja de la dueña–, detenido y acusado de abuso sexual agravado y exhibiciones obscenas. La autora del libro Educación sexual en la niñez observa: “En los últimos años ha aumentado la cantidad de denuncias. Sin embargo, poco se ha avanzado en su prevención, en donde aún se evidencia una perpetuación del manto de silencio. En cambio, cuando el sistema educativo brinda una educación sexual adecuada de manera sistemática, se constituye en un agente indispensable de prevención porque brinda a las niñas y los niños las herramientas necesarias para conocer y evitar las situaciones de riesgo, y buscar ayuda oportunamente cuando se sientan amenazadas/os”.
Los chicos sin información (y con tanta dependencia del mundo adulto) no pueden diferenciar, muchas veces, el acercamiento de la agresión. Por eso, el silencio del Estado también es complicidad con quienes violan su inocencia. María Elena Naddeo, presidenta del Consejo de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, apoya la educación sexual en la primera infancia porque conoce los efectos de la ausencia de educación. “Acá hemos tomado contacto con muchas situaciones de indefensión absoluta de chicos y chicas abusados/as que desconocían elementales derechos, entre ellos el derecho a la integridad física y a no ser explotados. Además cuando son chiquitos la relación familiar de afecto con el abusador los confunde enormemente –advierte–, por lo cual sería oportuno llegar a los chicos de corta edad con un mensaje claro acerca de que su sexualidad no debe ser invadida por ningún adulto.”
En ese sentido, la subsecretaria de Educación del gobierno porteño apunta: “Las estadísticas indican que el mayor número de abusos sexuales se da en niños menores de cinco años. Por eso, trabajar con los chicos de educación inicial el tema de la privacidad del cuerpo es fundamental. No hay que generarles temores, pero los chicos sí tienen que tener herramientas, saber qué está bien y qué está mal, si no hay un adulto que les dice ‘esta parte de tu cuerpo no te la pueden tocar’ el chico o la chica no sabe que un abusador le está haciendo algo malo”. Para entender todo lo que entienden los chicos, con pocas palabras, Brawer da un ejemplo de un comentario de un nene después de recibir una clase de educación sexual en un jardín de infantes:
–Abuela, ¿sabés que tengo partes privadas de mi cuerpo que nadie me puede tocar?
Fuente: 4.8.06 – Página 12. Luciana Peker. Base de datos: Dr. Argañaraz – sexologiamed@ciudad.com.ar