La adolescencia es una etapa crítica plagada de cambios. Es el tiempo de las emociones grabadas a fuego, de los momentos intensos, del paso descarnado de la risa al llanto. Así de vulnerables, chicos y chicas experimentan nuevas sensaciones y viven situaciones complejas. El inicio de la vida sexual es una de ellas. Según estadísticas locales, las adolescentes rosarinas de menos recursos económicos comienzan a tener relaciones alrededor de los 13 años. La primera vez, llega en cambio, para las que cuentan con mayor información y otras posibilidades socioeconómicas, cerca de los 16. Embarazo no buscado y VIH se anotan entre los temores más frecuentes de los jóvenes que empiezan a intimar con el sexo opuesto, sin embargo, desconocen que existe un enorme abanico de enfermedades de transmisión sexual que pueden ser riesgosas para la salud si no se las trata a tiempo, sobre todo para las mujeres, que en muchos casos pueden ver hipotecado su futuro reproductivo. De cada diez nuevas enfermedades infecciosas venéreas, siete son de adolescentes menores de 24 años.
Infecciones por virus, bacterias o parásitos entre las que se destacan la trichomona, la sífilis, el HPV (virus de papiloma humano) son frecuentes en nuestro medio, pero la gran mayoría de las jóvenes no sabe de qué se trata ni cómo prevenirlas. De todos modos, si se compara la situación actual con lo que sucedía diez años atrás, es posible decir que «los adolescentes cuentan con más información y hasta con otro grado de responsabilidad», según menciona a La Capital la ginecóloga Silvia Totó, jefa del servicio de ginecología del Hospital Roque Sáenz Peña. La especialista señala que las chicas llegan a la primera consulta profesional aproximadamente a los seis meses de su primer encuentro sexual. La gran mayoría concurre sola, con muchas dudas, y algunas acompañadas por sus madres, afirma.
En esta nota, Totó desgrana cuáles son las enfermedades más comunes que se pueden adquirir por medio de una relación sexual, los métodos más efectivos para prevenirlas y los tratamientos disponibles.
-¿Cuál es el riesgo de tener sexo sin protección?
-Sin ningún tipo de protección los riesgos son dos: el embarazo no buscado y las enfermedades transmisibles por vía sexual. Cuando los adolescentes se acercan a la consulta para solicitar un método anticonceptivo en su mayoría lo hacen para prevenir un embarazo, pero no tienen claro que existen enfermedades que se pueden transmitir por vía sexual que les pueden complicar la salud presente y futura. Quienes tratamos con jóvenes charlamos en el consultorio de estos dos eventos porque, en realidad, sabemos que muchas veces ni lo piensan … Si bien hay más información sobre métodos anticonceptivos o más conciencia en el uso del preservativo, algunos se resguardan en el hecho de que conocen «bien» a la pareja y creen que esto los libera del problema.
-¿Qué enfermedades de transmisión sexual son frecuentes y qué impacto pueden tener en la salud?
-Existen enfermedades bacterianas simples, comunes y de fácil resolución, pasando por las virales o bacterianas más complicadas hasta el VIH. De las parasitarias, una de las más frecuentes es la trichomona, que se suele manifestar en las mujeres con un flujo abundante, maloliente, que produce picazón. El parásito se puede contagiar fácilmente por relaciones sexuales. De hecho, el tratamiento debe ser de la pareja y de continuar la sintomatología habría que tratar a todas las parejas con la que ese varón o esa mujer hayan estado en los últimos tiempos. En general, cuando se contrajo trichomona la mujer concurre al médico porque son muchos los síntomas. También sabemos que la trichomona puede estar vinculada a otra infección de trasmisión sexual como la clamidia, o como el gonococo que produce gonorrea o blenorragia, y que ya son más importantes. En las mujeres estas infecciones son más difíciles de detectar que en el hombre. Desde ya, el VIH es la enfermedad más seria de este grupo y tiene mayor impacto porque desgraciadamente aún es mucha la discriminación hacia el enfermo.
Como en otras épocas, también vemos casos de sífilis. La sífilis es altamente contagiosa.
El otro problema frecuente es el HVP. El cáncer de cuello de útero en un 90% proviene de infecciones por el virus del HVP.
-¿Qué puede suceder si no se accede al tratamiento?
– Los trastornos por gonococo, por ejemplo, son infecciones pelvianas altas que pueden producir adherencias en las trompas y traer complicaciones en la salud reproductiva. Con la clamidia pasa lo mismo; es muy silente, no produce flujo maloliente ni picazón. Se sospecha altamente ante la presencia de un papanicolau inflamatorio, de allí la importancia de hacer este estudio con frecuencia.
-¿Desde qué edad y cada cuánto se debe hacer un papanicolau?
– Las chicas deben hacerse el estudio una vez que comienzan a tener relaciones sexuales. En general se puede esperar hasta un año del primer encuentro. Es importante que sepan que no duele, aunque sí es un poco molesto, y que se practica rápidamente. Una vez al año es la frecuencia deseada. Las obras sociales lo reconocen, y también se puede hacer gratis en los hospitales públicos.
-¿Se pueden prevenir las infecciones de transmisión sexual?
– El único método que además de ser anticonceptivo previene las enfermedades sexuales es el preservativo. Los métodos hormonales (en pastillas o inyectables), la abstinencia periódica y el diu, pueden prevenir el embarazo pero nunca las infecciones.
-¿Los adolescentes utilizan el preservativo?
-Mucho más que antes. Pero lamentablemente no siempre como corresponde. Deben saber tanto varones como mujeres que debe ser usado en todas las relaciones sexuales y apenas comienza el encuentro.
-¿Cuándo concurren a la primera consulta ginecológica?¿Van solas, con su pareja o con la madre?
-La mayoría de las chicas viene sola. Algunas lo hacen acompañadas por su mamá, pero son las menos. La mujer, tanto joven como no, suele ir al ginecólogo sin su pareja. Las adolescentes suelen concurrir a la primera consulta a los seis meses del primer encuentro sexual. En ese tiempo han usado algún método y vienen para ver si lo que utilizan es efectivo, si está bien, o en todo caso quieren que el profesional le sugiera alguno.
-¿Tienen muchas dudas, llegan con temores?
-Con miedo no, pero con cautela, y desde ya, con muchas dudas. Por eso es tan importante que la joven se sienta a gusto y contenida con el profesional. No es recomendable que se la revise en ese primer encuentro, salvo que haya algún problema puntual. Generalmente charlamos, respondemos preguntas y ofrecemos respuestas lo más claras posibles. Luego le indicamos un anticonceptivo si es lo que necesita y le aconsejamos cuándo debería hacerse el primer papanicolau, pero nada de esto se hace de una manera impuesta si es que se puede esperar.
-¿Cuál es el método preventivo más utilizado entre los adolescentes?
-El preservativo sin dudas. Eso sí, vemos con agrado, sobre todo en jóvenes de clase media, que empiezan a usar con más frecuencia el doble método: anticonceptivos orales y preservativo. Las chicas se quedan tranquilas respecto del embarazo y ellos de algún modo también participan de ese cuidado, además, se protegen de otros problemas como los que hemos mencionado.
-¿Los varones son concientes de los problemas que pueden surgir del sexo sin protección?
-Muchas veces son los más sorprendidos cuando se enteran de que su novia está embarazada o de que tienen una enfermedad de transmisión sexua. Cuando tengo la oportunidad de charlar con algún varón, les aclaro que tienen todo el derecho a decidir que no desean o no están preparados para el encuentro sexual. Lamentablemente la presión social lleva a los hombres a iniciarse sexualmente a edades tempranas cuando tal vez no tienen ganas o ni siquiera lo han pensado.
Una vacuna revolucionaria
Recientemente se dio a conocer una noticia que cambiará en el futuro cercano las expectativas negativas respecto del cáncer de cuello de útero. Entre el 80 y 90% de los casos en los que se desata esta enfermedad maligna provienen de infecciones por HPV (virus de papiloma humano), que se transmite por medio de las relaciones sexuales. «Es una muy buena noticia aunque por sus altos costos (alrededor de 130 dólares) aún no está disponible para la mayoría de las mujeres», dice la ginecóloga Silvia Totó. La médica relata que la aparición de este virus es «muy frecuente» y se puede detectar por medio del papanicolau.
La vacuna debe aplicarse antes del inicio de la vida sexual y está demostrada su efectividad a través de un seguimiento durante años. Totó aclara que la vacuna también mejora el pronóstico en aquellas mujeres que están infectadas, minimizando las consecuencias.
Fuente: 14.7.06 – La Capital – Rosario
Florencia O»Keeffe. Base de datos – Dr. Francisco Argañaraz – sexologiamed@ciudad.com.ar