Un futuro “prometedor” para tratar la hepatitis C

Aunque ya se puede hablar de curación clínica, mucho queda aún por hacer en el tratamiento de la conocida como “enfermedad silenciosa”, y es que se calcula que en torno a 2020 habrá una gran bolsa de pacientes debido a los contagios que se produjeron antes de que se descubriera el virus, en 1989. De hecho, se calcula que si no se suministra ningún tratamiento, en 2030 las personas con cirrosis serán al menos el doble de las actuales (879.000) y las muertes relacionadas con el hígado se triplicarán (39.875).

Numerosos expertos se han reunido durante el 41º Encuentro Anual de la Asociación Europea del Estudio del Hígado, celebrado en Viena (Austria), para plantear los retos y avances en torno a la hepatitis C.

Según ha informado sobre este encuentro la revista Gaceta Médica, dos son las líneas de tratamiento que separan a los especialistas en este campo: peginterferon alfa-2b, comercializado como Pegintron por Schering-Plough, y peginterferon alfa-2a, comercializado como Pegasys por Roche. La controversia se debe a que ambos consiguen una carga viral sostenida similar. La principal diferencia radica, además de en que se componen de moléculas diferentes, en que mientras que el peginterferon alfa-2a se administra en una dosis única, el peginterferon alfa-2b adapta la dosis al peso del individuo.

Estudio IDEAL

Para establecer una comparación clara entre ambos fármacos, se ha elaborado el estudio IDEAL que, como explica el creador del mismo, John G. Mc Hutchinson, del Instituto de Investigación Clínica Duke (EEUU), “está diseñado para determinar las diferencias de eficacia y seguridad de Pegintron más ribavirina Rebetol (ajustado según peso) y Pegasys más ribavirina Copegus en dosis fijas de 1.000 miligramos o 1.200 miligramos”.

Este análisis, que ha generado cierta polémica respecto a la administración mayor de producto en la rama de Pegintron —a lo que Mc Hutchinson respondió reiterando la rigurosidad y validez del mismo—, incluye a 3.000 pacientes con el genotipo 1 (el más grave) de la enfermedad de 100 hospitales de Estados Unidos y se espera que ofrezca resultados dentro de un año.

Tratamiento individual

No obstante, para investigadores como Rafael Esteban-Mur, del Hospital Universitario Vall d´Hebron y Marcelo O. Silva, del Hospital Universitario Austral (Argentina), la dosis por peso muestra su beneficio y además responde a la necesidad de conseguir una cada vez mayor individualización del tratamiento. “En pacientes obesos las probabilidades de éxito con una dosis fija son mucho menores”, apuntó el doctor Esteban-Mur.

En este sentido, Silva se refirió a los resultados del estudio Compare que analiza a pacientes genotipo 1 con una carga viral alta a los que se les administró interferon pegilado alfa-2b frente a alfa-2a con la misma dosis de rivavirina midiendo la caída de la carga viral y los mecanismos internos por los cuales el fármaco funciona. Los resultados confirman en la práctica clínica los datos de los estudios in vitro. Así, se confirma que el tamaño de las moléculas de pegilación “impacta en la calidad de interacción del receptor” puesto que si el receptor se une a una molécula de pegilado muy grande hace que éste flote más en el plasma de forma que la calidad de interacción con el receptor se daña y la inducción de todos los procesos biológicos internos de la célula serán de menor calidad.

Esto supone que una mayor exposición al fármaco no se acompaña de una mayor actividad viral. De hecho, hay una mayor tasa de respuesta en la semana cuatro con los pacientes tratados con el interferon pegilado alfa 2b. “Aquellos pacientes con genotipo 1 con carga viral baja y que tienen RNA no detectable en la semana cuatro pueden ser tratados sólo durante seis meses (cuando lo habitual es un año)”, concluyó Silva. Además, tener una mayor potencia y eficacia viral en menos tiempo, agregó Silva, puede significar para la administración “una ventaja enorme”.

Futuro esperanzador

Otra línea novedosa del peginterferon alfa-2b, a juicio de Esteban-Mur, es el tratamiento de pacientes que no pueden curarse por el avanzado estado de la patología. Algunas investigaciones indican que dosis semanales bajas de este fármaco pueden mantener bien a estos pacientes y disminuir la progresión de la enfermedad.

El futuro para Mc Hutchinson es “prometedor” tanto en lo que se refiere a la modificación de los regímenes ya existentes, como en lo que concierne a los inhibidores de la proteasa (en fase II) o de la polimerasa y los oligonucleótidos antisentido —en terapias moleculares— o bien, en el campo de los agentes inmunomoduladores, los inhibidores de la apoptosis.
Fuente: www.azprensa.com

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