A propósito del deseo sexual

Todos podemos pasar por etapas de menor interés sexual. Clínicamente, se considera ‘falta de deseo sexual’ cuando el problema se hace persistente y recurrente. En concreto, se manifiesta en la dificultad para iniciar o responder al deseo de actividad sexual en la pareja.

Se le llama deseo sexual inhibido primario cuando la persona nunca ha sentido mucho deseo o interés sexual. Y deseo sexual inhibido secundario cuando se manifiesta tras un periodo en el que sí ha existido interés sexual. Se conoce como deseo sexual generalizado cuando no existe interés sexual hacia ninguna persona ni circunstancia. Y situacional, si no aparece interés por la pareja, pero sí por otras personas —o por el autoerotismo—.
A veces, simplemente hay una discrepancia en los niveles de interés sexual de la pareja, sin que —por ello— exista deseo sexual inhibido. Por ejemplo, una persona muy activa sexualmente puede creer que su pareja tiene falta de deseo sencillamente porque no puede seguirle el ritmo.
La queja sobre la falta de deseo sexual es muy común. Una de las causas más frecuentes es el alto grado de estrés a que las personas se ven sometidas en su vida cotidiana. Planifican todo —menos el disfrute sexual y los ratos de intimidad—. Cuántas veces la pareja comenta que su vida es tan agotadora que ¡no encuentra el momento!
Quienes sufren este problema suelen formular excusas para evitar una relación sexual con su pareja. Casi nunca se acuestan a la vez que su pareja y siempre tienen algo pendiente —recoger la cocina, ver un interesantísimo programa en la tele, terminar un trabajo urgente…—. Esa huida puede suponerles un sentimiento de culpa por no responder a un compromiso implícito y los nervios aumentan a medida que se pospone el encuentro. Así, la relación sexual puede verse como un hecho desagradable y como una temida obligación.
Tradicionalmente, se considera que es la mujer quien tiene problemas de deseo y que el hombre se muestra siempre dispuesto. Sin embargo, en terapia puede apreciarse que esto no siempre es así, ni mucho menos ¿Qué pensáis de este tema? ¿Es difícil encontrar el momento para la intimidad sexual?

Fuente: 7.3.06 – El Mundo – España
Por M. Pérez, J.J. Borrás y X. Zubieta

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