Una pastilla blanca, azul o roja. Esa es la píldora que para algunos argentinos puede determinar un buen momento, solucionar un problema sexual o colaborar en el tratamiento de un trastorno respiratorio.
Así de amplio es el espectro del «mundo Viagra», aunque este sea solo un nombre comercial con que el se hizo famoso el sildenafil, una droga vasodilatadora que está indicada para un tipo de disfunción sexual masculina.
En la Argentina hay 27 marcas distintas de la pastillita del amor: entre ellas, las comercializadas por laboratorios de reconocida trayectoria como Sidus, Finadiet, Bagó y Pzfizer, el responsable del mentado Viagra.
Según un informe de un laboratorio, al que tuvo acceso Infobae.com, el argentino que consume la droga tiene más de 64 años, seguido por los hombres de entre 55 a 64.
«Cuando vienen a consultar la edad supera los 50, que es cuando aparecen las distintas patologías asociadas a la disfunción sexual», observa Martha Rajtman, ginecóloga y además sexóloga del servicio de Urología del Hospital Militar Central.
Según una investigación de IMS, en la Argentina se venden por mes más de un millón de comprimidos de esta droga.
El líder del mercado de la impotencia es Magnus, del laboratorio Sidus, con 356 mil comprimidos mensuales, lo que representa un 33% de market share.
El Magnus fue lanzado en 2001 y para fines del año pasado se presentó el masticable, una versión más moderna de la pastilla, en este caso, roja, para asociar con el calor y el placer.
La sexóloga Rajtman añade: «El mercado creció porque ahora es menos vergonzante. Ahora los hombres cuentan que toman sildenafil»
La droga deportiva
Todos los sildenafil que se venden en la Argentina son de venta bajo receta.
Sin embargo, existe una tendencia poco legal en el país con el consumo: las pastillas se venden en las farmacias sin receta y en la puerta de los boliches.
«Hay un consumo social y deportivo», señala Rajtman a Infobae.com y advierte sobre el peligro de usar esta droga sin prescripción médica. «Debe haber un estudio cardiológico previo y el médico debe observar que el paciente no esté tomando otro vasodilatador del tipo de los nitratos o nitritos», añade.
El caso es que el argentino cincuentón toma la píldora pero también lo hacen los jóvenes. «Los de 18 se sienten superhéroes. El que lo prueba es para rendir más, porque quiere tener más de un encuentro sexual y además, por miedo a un mal desempeño», relata la sexóloga.
Así, los argentinos acuden a la droga para la impotencia por miedo a no rendir bien entre las sábanas o para mejorar la performance. Esto ocurre tanto en jóvenes como maduritos.
También están los varones que acuden a una consulta de terapia sexual con su pareja. Lo llamativo es la conducta, en este caso, de la mujer: algunas acuerdan previamente con su pareja realizar una consulta por falta de erección y otras acuden para pedir al terapeuta sexual que no le recete sildenafil al marido. «Algunas piden que no le demos nada porque no tienen ganas de tener sexo con el marido. Otras, porque quieren rendir con otras parejas paralelas», explica Rajtman.
El uso en las mujeres
Si bien fue publicitado su consumo en el universo femenino, el sildenafil apenas puede tener efectos en «ellas». El efecto es muy menor y sirve únicamente para lubricar la zona genital, pero no le aumenta el deseo ni le provoca un orgasmo.
Así, el mercado apunta al hombre. «Cuando el paciente tiene una disfunción erectiva suele ser una combinación de un problema orgánico y un psíquico. A veces un tema de la psiquis desencadena una disfunción fisiológica -explica Rajtman-. Yo sugiero un chequeo urológico para hacer un control general. En el caso de una impotencia, es aconsejable una visita al consultorio», concluye la especialista.
Fuente: 27.2.06 – Infobae – Denise González Eguilior