La tendencia en el tratamiento de numerosas patologías se dirige a implicar al paciente en el conocimiento y control de las mismas, pero el grado de participación tiene, en muchos casos, sus limitaciones. El asma es uno de estos ejemplos, a tenor de los resultados del estudio CONCEPT (Control Centred Patient Treatment), presentados en el 15º Congreso Anual de la ERS (siglas en inglés de Sociedad Europea de Respiratorio), que se celebró en Copenhague, Dinamarca.
En este caso, la frontera de la implicación del asmático en el control de su enfermedad la marcan las dosis, avalando la investigación el mantenimiento de cantidades fijas de tratamiento frente a dosis ajustables por el paciente. Las conclusiones de CONCEPT en este sentido son rotundas: la tasa media anual de ataques de asma o exacerbaciones con necesidad de ingreso hospitalario o tratamiento con corticoides orales se redujo hasta en un 47 por ciento con dosis estables de salmeterol/propionato de fluticasona (SFC) en comparación con la registrada con dosis ajustables de formoterol/budesonida (FBC); lo que supone pasar de una tasa de 0,33 a una de 0,18 (p=0,008).
En términos de días libres de síntomas, el porcentaje entre las semanas 5 y 52 fue “significativamente más alto” en el grupo tratado con SFC (73,8 por ciento) que en el controlado con FBC (64,9 por ciento), equiparable a 32 días de media más sin síntomas al año, al tiempo que el porcentaje medio de días en los que los pacientes no tuvieron que recurrir a la medicación de rescate fue de 90,5 por ciento en el primer brazo frente al 85,6 por ciento del segundo. Por otra parte, la calidad de vida de los asmáticos del grupo de SFC experimentó una “mejora significativa”, según el cuestionario Asma Calidad de Vida (evalúa tanto el impacto físico como emocional de la enfermedad). CONCEPT es un ensayo clínico multinacional, aleatorizado, doble ciego y doble simulado que comparó el tratamiento del asma con SFC —comercializado por GlaxoSmithKline (GSK) como Seretide— a dosis estables y FBC a dosis ajustables por el paciente en 688 adultos que sufrían síntomas previos de forma regular.
“Ésta no es una confrontación entre dos tratamientos, sino entre dos formas de controlar el asma”, precisó Ashley Woodcock, profesor de Medicina Respiratoria de la Universidad de Manchester (Reino Unido), añadiendo que el estudio confirma un riesgo ya sospechado: hasta un 25 por ciento de los pacientes tratados con dosis ajustables según sus síntomas no aumentaban las cantidades de éste, pese a necesitarlo, de forma que casi la mitad podían estar “infratratándose”.
Woodcock se refirió también a estudios previos como EXCEL (Exacerbation Control Evaluated in a 6-month Long study), que comparó salmeterol/fluticasona con formoterol/budesonida, ambos en dosis estables, y demostró una reducción “significativa” en la tasa de exacerbaciones con el primer tratamiento frente al segundo (0,105 y 0,244) entre las semanas 17 y 24 de seguimiento. Otro de los ensayos mencionados fue GOAL (Gaining Optimal Asthma Control), que enfrentó SFC y formoterol/budesonida, y cuyas conclusiones situaron en el 44 por ciento de pacientes incluidos en él que alcanzaron un control total del asma, el 71 por ciento los que lograron un “buen control” y el 25 por ciento los que “no consiguieron controlar la enfermedad, pero sí mejorarla”, señaló el profesor.
Hacia el control del asma
Y es que si hay algo que los expertos no dejan de repetir es que “el control del asma es posible en la mayoría de los pacientes” y que su tratamiento no debería encaminarse a otra meta que no sea ésta, como declaró Soren Pedersen, profesor de Medicina Respiratoria Pediátrica de la Universidad de Dinamarca Sur. En su opinión, el mayor problema para lograrlo es que tanto pacientes como médicos “asumen” que es normal que la enfermedad cause molestias, e incluso, problemas importantes, lo que hace que la patología acabe siendo “infratratada” y, cuando no, controlada de forma “inadecuada o insuficiente”.
Una de las últimas iniciativas de GSK ha sido la puesta en marcha del Test de Control del Asma (ACT, por sus siglas en inglés) en EEUU. Se trata de un cuestionario sencillo de cinco preguntas, validado por un equipo de especialistas y médicos de Atención Primaria, que proporciona una tarjeta numérica indicativa del nivel de control del asma. Esta cifra permite que los médicos mejoren la valoración y seguimiento del control del asma por parte de los pacientes y supone un “lenguaje común” para el diálogo de ambas partes, explicó la profesora de Farmacia y Medicina de la Universidad de Wisconsin (Madison, Estados Unidos) Christine Sorkness.
Gracias al ACT, cuyos resultados pueden complementarse con espirometrías, “se reduce el número de pacientes no controlados completamente, y entre éstos, el de enfermos que necesitan consulta médica”, precisa Sorkness apuntando también beneficios para el sistema sanitario, pues el descenso de hospitalizaciones tiene repercusión equivalente en los costes.
ACT está disponible en 65 lenguas y pronto lo estará en otras 12. La traducción de la versión en español del test está siendo evaluada con vistas a su pronta implantación en nuestro país.
El asma afecta a 30 millones de personas en Europa (seis de ellos en niveles de gravedad) y a 300 en todo el mundo, y las últimas estimaciones prevén que esta cifra aumente entre un 30 y un 50 por ciento para 2025. El coste anual de la enfermedad en Europa es de 17.700 millones de euros —7.900 directos y 9.800 indirectos—.
15.000 especialistas, 100 sesiones y 4.000 estudios inéditos
Más de 15.000 especialistas en patologías respiratorias procedentes de más de 100 países se dieron cita en la capital danesa entre los pasados días 17 y 21 para intercambiar experiencias, actualizarse e informar sobre los últimos descubrimientos en esta rama de la Medicina y conocer los proyectos de investigación en marcha en la lucha contra las enfermedades respiratorias.
En total, más de un centenar de sesiones y 4.000 estudios aún inéditos que se expondrán en 115 sesiones de comunicaciones libres a lo largo de 12.000 metros cuadrados. Enfermedad pulmonar obstructiva crónica, asma, hipertensión arterial pulmonar y, con especial atención este año, la neumonía y todas sus complicaciones, acapararán el interés de neumólogos, investigadores y pediatras.
Fuente: www.azprensa.com