San Francisco, EEUU. Las empresas farmacéuticas ganan unos 2.500 millones de dólares al año con la venta de Viagra, Cialis y Levitra para ayudarle a los hombres a disfrutar del sexo. Dado que las mujeres suelen tener más formas de disfunción sexual que los hombres, el desarrollo de un medicamento que las ayude a enfrentarla parece sin duda una buena idea.
Sin embargo, la industria ha fracasado en esa tarea, y no hay un solo medicamento que les sirva. El año pasado, Pfizer Inc. abandonó un estudio iniciado el año pasado sobre una muestra de 3.000 mujeres para determinar si el famoso Viagra tenía algún efecto en ellas. Resultó que no era así.
«Odio tener que decirlo, pero las mujeres son mucho más complejas que los hombres», dijo Beverly Whipple, la investigadora del sexo que coescribió el libro El punto G.
Viagra y sus dos competidores son todo menos que herramientas de precisión: Funcionan simplemente al incrementar el flujo sanguíneo hacia el pene, aumentando su tumefacción, o endurecimiento. Las mujeres que toman los medicamentos tienen ese mismo efecto a nivel clitórico, pero ello no basta para darles una respuesta satisfactoria.
«Uno no va a basar un producto viendo que tienen efecto en los hombres y luego aplicándolo a las mujeres», dijo Amy Allina, directora de programas de la Red Nacional de Salud Femenina, en Washington DC. «Ello refleja, en parte, una falta de conocimiento en torno a los problemas sexuales de la mujer», indicó.
Las más recientes investigaciones, hechas por académicos y no por empresas comerciales, señalan que es necesaria una solución a nivel neurológico, dado que el orgasmo femenino está más determinado por cuestiones psicológicas, como el estado de ánimo y la autoestima, que en el caso de sus congéneres masculinos.
En la actualidad, un creciente número de investigadores universitarios han informado sobre avances en el área, con la ayuda de escaneos cerebrales y otras tecnologías.
Ello se basa simplemente en la observación de la actividad cerebral al momento del orgasmo, generándose conclusiones interesantes.
Por ejemplo, al estudiar a mujeres paralizadas capaces de tener orgasmos, se descubrió que el nervio vago parece tener una gran importancia, lo cual lo hace un blanco probable para el tratamiento con medicamentos. Este nervio, que está fuera de la espina, lleva información a zonas del cerebro dedicadas al control del humor.
«Básicamente, encontramos las zonas en el cerebro que se activan con el orgasmo de la mujer», dijo Barry Komisaruk, quien trabajó con Whipple en estas investigaciones, patrocinadas por el Gobierno Federal y la Fundación Christopher Reeve contra la parálisis.
Fuente: 7.9.05 – El Universal – Caracas
Paul Elias – AP/EL UNIVERSAL. RIMA