Desde que salió al mercado en 1998, el Viagra ha sido considerado un fármaco milagroso, tomado bajo supervisión médica por más de 20 millones de hombres afectados de impotencia.
Casi inmediatamente, sin embargo, se generó un mercado negro de la codiciada pildorita azul que la suministraba sin receta médica, así como la producción pirata y el consumo por personas que ni siquiera tienen disfunción eréctil.
A pesar de su comprobada efectividad de favorecer la erección masculina por cuatro horas, el Viagra tiene sus contraindicaciones.
En primer lugar, personas con alta presión sanguínea, problemas circulatorios y ciertas deficiencias cardíacas deberían consultar con su doctor debido a los efectos secundarios del fármaco.
Recientemente se ha vinculado a problemas de la visión y posible infertilidad masculina, aunque ninguno de estos ha sido confirmado. Otro grupo de médicos apunta al incremento de enfermedades venéreas debido al uso del Viagra.
Pero es el consumo indiscriminado, la sobredosis y los efectos psicológicos de una posible fármaco dependencia lo que está preocupando a los profesionales de la salud.
Hay grupos de jóvenes que usan el Viagra como parte de una búsqueda de sensaciones intensas que combinan con otras drogas psicotrópicas y que pueden tener resultados nefastos.
Otros, por su parte, abusan del medicamento para estar sexualmente activos constantemente como un escape al aburrimiento y la soledad o para compensar por una baja autoestima.
Esto puede conducir a un cansancio sexual, falta de sueño, irritación de los genitales y conflictos en las relaciones interpersonales.
La Viagra dependencia, fuera de los problemas sexuales que puede acarrear, incluye aspectos emocionales, sociales y psicológicos arraigados en una profunda sensación de vergüenza, dolor e insatisfacción personal.
¿Usa Viagra aunque no lo necesite? ¿Es el mejor invento desde la creación del sexo? ¿Se avergüenza de usar Viagra? ¿Mejor hacer las cosas a lo natural?
Fuente: 20.6.05 – BBC News – Inglaterra