La Sífilis, una enfermedad, altamente tratable

Washington, D.C., 28 de mayo de 2004 (OPS)—La sífilis continúa siendo un grave problema de salud pública en Latinoamérica y el Caribe, en donde, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), al menos 330.000 embarazadas que padecen esta enfermedad no reciben tratamiento.

Como consecuencia de la falta de terapia durante el embarazo, se estima que nacen alrededor de 110.000 niños con sífilis congénita, y un número similar de embarazos termina en aborto espontáneo. Los niños que nacen infectados desarrollan síntomas en etapa temprana o tardía. Los principales síntomas de la sífilis temprana son irritabilidad, retraso en el desarrollo y fiebre inespecífica. Los signos tardíos aparecen como anomalías dentales, cambios óseos, compromiso neurológico, ceguera y sordera.

La paradoja es que la sífilis congénita se puede prevenir con una única dosis de penicilina, menos costosa que una lata de gaseosa. Es claro que un sólo caso de esta enfermedad representa una falla en los programas de salud pública.

Para terminar con este flagelo, la OPS está liderando la acción regional de un equipo de expertos con el objetivo de eliminar la sífilis congénita de las Américas. El lanzamiento de esta propuesta se realizará el 1º de junio a las 5 PM, en el marco del congreso Young and Health, Generation on the Edge, que se llevará a cabo en el Omni Shoreham Hotel de Washington, D.C., del 1 al 4 de junio.

En 2002, la prevalencia estimada de sífilis en embarazadas en la región era de 3,1%, con un rango entre 1,78% en Cuba y 6,21% en Paraguay. La incidencia de sífilis congénita presentaba un rango entre 1,4 por cada 1.000 nacidos vivos en El Salvador y 12 por cada 10.000 en Honduras.

Resultados de un estudio de México de 2002 demostraron que, en la población general, había una subnotificación de casos de sífilis del 84%. En Paraguay, por ejemplo, sólo se detecta el 10% de los casos de embarazadas infectadas.

En Estados Unidos también ha habido un incremento en los casos de sífilis. La señal de alarma surgió en el estado de Nuevo México. En ese estado, en 1999, se registraron 21 casos. Esa cifra subió a 123 el año pasado y en los primeros tres meses de 2004 se han reportado tantos casos como los reportados en la primera mitad de 2003, según informó la Dra. Sarah Valway, epidemióloga del programa de enfermedades de transmisión sexual del Departamento de Salud del Estado.

Por este motivo, el estado tuvo el año pasado el índice nacional más alto de sífilis congénita. A diferencia de otros estados, en donde el incremento en los casos de sífilis se ha registrado entre hombres homosexuales, la mayoría de los casos en Nuevo México han sido a través del contacto heterosexual, especialmente en la franja más pobre de la población.

A nivel continental, la realidad es que pocos países tienen un esfuerzo sostenido y coordinado para alcanzar la eliminación de esta enfermedad. Y, aunque la mayoría tiene una norma para el tamizaje de sífilis en embarazadas, ésta pocas veces se aplica en forma sistemática.

Además, la falta de información es uno de los puntos clave para atacar. Por eso, la OPS está elaborando la línea de acción regional con datos epidemiológicos de los países, a la vez que realiza un estudio sobre el subregistro de sífilis materna en tres de ellos Argentina, Bolivia y República Dominicana.

Internacionalmente, la agenda basada en las Metas de Desarrollo del Milenio presenta una gran oportunidad para promover la eliminación de la sífilis congénita vinculada a tres de estos objetivos: reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna y combatir el VIH/SIDA.

Esta última es una condición que complica la transmisión de ambas enfermedades: las personas con VIH y con sífilis no tratada tienen más probabilidad de transmitir el VIH, debido a que las mucosas están lesionadas por el chancro que forma la sífilis. A su vez, si hay infección por sífilis, la posibilidad de contraer el VIH aumenta entre dos y cinco veces. En pacientes con ambas infecciones, la evolución de la sífilis puede acelerarse, aumentando el riesgo de afección cerebral.

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